Cómo librarse de pronunciar un discurso de boda

martes, 2 de mayo de 2023

Rocksee / Flickr



Dicen las estadísticas del CIS que cada vez menos gente va a misa, que los españoles no comulgamos con las ideas de la Iglesia. Es verdad que los datos son del CIS de Tezanos, así que tampoco son muy de fiar.

Por mi parte, le animo no solo a ir a misa sino, si es posible, a ir con sus amigos. Porque así todos llegarán puntuales al aperitivo de los domingos, costumbre de arraigo entre los españoles rebautizada como terraceo y felizmente compartida por los buenos cristianos que saben poner en práctica eso de «al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios». Y no lo digo yo: hasta La Faraona Lola Flores ha vuelto del reino celestial a un anuncio de la tele para decirnos que, con una cervecita, el Cielo se siente más cerca.

Y si la puntualidad en el aperitivo no fuera razón de suficiente peso para ir a misa con sus amigos, valoren otra cuestión de gran importancia. Y es que si sus mejores amigos deciden casarse «por lo civil», puede recaer sobre sus hombros una serie de obligaciones nunca antes imaginadas.

Vaya por delante mi enhorabuena si su amiga del colegio o si su colega de toda la vida le ha elegido como maestro de ceremonias. Pero ya sea la ceremonia de la vela, la de la arena o la de la rosa, cualquiera de ellas le está esperando para que usted, que trabaja diez horas al día y después cocina, lava, tiende y atiende a esos locos bajitos con tres actividades extraescolares por cabeza que viven en su casa, encienda el ordenador a las once y media de la noche y comience una búsqueda en Google acerca de cómo explicar en un discurso lo maravilloso que ha sido compartir en los últimos tiempos su vida junto a la de su amiga y su última adquisición, a punto de llamarlo marido.

Evidentemente, no piense que saldrá indemne si decide plagiar alguno de los «discursos divertidos» de los anuncios patrocinados por bodaschachis.net, como si fuera una tesis doctoral. Por cierto que, hablando de plagios, habrá que estar también a las palabras con las que, también en su papel de maestro de ceremonias, Pedro Sánchez se dirija a la novia Yolanda Díaz, que en breve contraerá hermosa alianza con aquellos votantes ideológicamente solteros que a estas alturas no sepan que la «mona, aunque se vista de seda, mona se queda».

No obstante, no se desespere: hay otros gobernantes siempre listos para ayudarle.

Todo discurso de boda necesita de una intensa dosis de humor. Si le gusta el humor absurdo, tirando a casposo, puede revisar las actuaciones de D. Miguel Ángel Revilla en «El Hormiguero». En ellas aprenderá de qué manera puede hacerse el gracioso y tratar por idiotas a los demás sin que se lo tengan en cuenta. Además, el chiste de los trenes que no caben por los túneles nunca pasará de moda.

Para la dosis de emoción y lágrimas Yolanda Díaz puede iluminarle. Con su dulce sonrisa y su tono de voz más azucarado que un abrazo de Winnie the Pooh, puede animar a los invitados a emocionarse y echar alguna lagrimita, recordando que ahí, en ese jardín de salón de bodas, en una cálida y calurosa mañana, os habéis reunido «todos» «durante el puente del 1 de mayo», en lugar de estar en la playa como teníais previsto desde que comenzó el año.

Por último, no puede faltar en la ceremonia una súper producción de video. En otros tiempos bastaría con acudir a Hollywood, pero ahora, en tiempos de TikTok y de amigos que aún no saben que bailar coreografías a partir de los treinta es contrario al orden público, hay que recurrir a Bollywood, para incorporar después de 15.000 fotos, fragmentos de video de todas las amigas, y colegas bailando la última ocurrencia que el reguetonero de moda haya subido a sus redes sociales. Le advierto que después de haber escrito mil veces en el grupo de WhatsApp creado al efecto que los videos los graben en vertical, cinco de ellos harán caso omiso. Y se preguntará entonces por qué tales especímenes siguen siendo sus amigos. Para la coreografía no me atrevo a sugerirles a ningún miembro del Gobierno porque la imagen de cualquiera de ellos bailando reguetón puede herir de manera irreversible su sensibilidad.

En cambio, si usted tiene por costumbre ir a misa con sus amigos, lo más probable es que cuando decidan «dar el paso», lo hagan ante el altar, donde la Iglesia ha dispuesto de maestros de ceremonias profesionales, llamados sacerdotes, que liberan a los amigos de la honrosa, pero costosa tarea de ser humoristas, poetas y cineastas por un día.

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