Cómprate un perro, vivirás mucho mejor 

viernes, 25 de noviembre de 2022

Un perro al conocer la ley de bienestar animal / Alessandro Augusto Lucía (Flickr)



Hace unos días me mandaba audios con una amiga. Me contaba que se ha cambiado de casa y de barrio. Que ahora vive más y mejor el anonimato de la ciudad. Aunque la conocen por el nombre de sus perros.

Le respondí que vivir como yo en un pueblo, por muy romántico que parezca y sea, no es vivir en el anonimato. Que como todo pueblo que se precie las noticias vuelan y, por mucho que uno busque «aislarse», la condición humana de los pueblerinos, menos ocupados que la gente de ciudad, es llevarte en boca por novedad, por maldad o por aburrimiento. «En mi caso, además, soy la española que no tiene a sus perros educados», le comentaba en un audio larguísimo.

En estas latitudes europeas se espera, y así lo mandan las normas, que los dueños de perros lleven a sus canes a escuelas de educación y obediencia. Que hagan un examen de aptitud para ser dueño de perro – que por cierto suspendí por no entender el idioma, y aun así me firmaron la aptitud. Que paguen un impuesto anual por tenencia de animales domésticos. Por supuesto, que tenga las vacunas al día. Y que si quieres criar cachorros no cobres más de lo necesario y que no haya lucro; en cómo calcule el dueño el precio no se meten.

Les cuento todo esto porque hace poco salió la Ley de Bienestar Animal, propuesta por el ministerio de Derechos Sociales y Agenda 2030, y es una ley que creo que erra en lo fundamental: cuidar y preservar la naturaleza.

Me explico. Si bien la ley no difiere mucho «en modo usuario» de la normativa alemana a la que vivo sometida desde que decidí tener dos perros, hay una diferencia fundamental: la ley española prohíbe la cría y venta de cachorros fuera de los criaderos oficiales y obliga a los dueños a castrarlos, preferiblemente a las perras y a los gatos, que ya sabemos les gusta salir a pasear y van por el mundo haciéndose dueños de los espacios.

¡Venga! Barra libre de castraciones. Multa a la cría doméstica. Impidamos por ley que las perras críen, que desarrollen su forma de ser perra.«¿Y si se queda preñada? Multa. Y además no puedes sacrificar a los perritos.» «¿Nooo? Pero…» «Si, sí. Si fuera tu hija, ahí sí puedes eliminar al bebé, que eso no pasa nada.»

¿Entienden?

No quisiera meterme en el discurso filosófico del Ser pero en este momento tienen más puntos para la tómbola de la vida los cachorros de animal que los bebés humanos. Humanizando criaturas. Peligroso discurso el de proteger a los animales y dotarles de derechos.

Cuidar y preservar las especies. Dar a los animales el lugar que les corresponde; en el campo, en el trabajo, en las familias. ¿De verdad eso es lo que quería la ley? Creo que no.

El sentido común te dice que un animal, por mucho afecto que le tengas, no debe equipararse a los hombres. Necesita un jefe. Un alfa. Y por tanto ni deben ocupar un lugar en la familia, ni son hijos, ni lo van a ser, ni es bueno para su equilibrio. ¿No han visto a César el adiestrador canino? Es claro. El perro es perro.

En España hay 9,3 millones de perros. Esta cifra sigue en aumento y la pandemia –recuerden que se podía salir a pasear a los perros– precipitó y materializó los deseos de muchos. ¿Saben cuántos niños menores de 14 años hay? 6.329.615. Comparen. Miren hacia dónde nos dirigimos. Y es una tendencia generalizada: en Colombia, por ejemplo, las cifras de mascotas también doblan al número de niños y un 40% de los hogares tiene algún animal en casa.

¿Podríamos pedirles a los perros que pagaran las pensiones?

La situación en Alemania no dista mucho, aunque en mi país de acogida haya más gatos que perros (ya sabía yo que por algo me caían peor estos germanos…). Al menos en este país no se habla de castración de perras, no multan la cría doméstica -sí la regulan-, se condena el abandono, el maltrato y todas las aberraciones contra los animales. Si tu perro desarrolla un tumor, puedes ponerlo a dormir y no generar gastos. Y hasta está regulado que en la carretera debes parar si cruza una familia de patos, o llamar a protección de la fauna o a los bomberos si has chocado con un ciervo y queda mal herido. ¿Y entonces, por qué tanto animalito?

¡Ay, amigos! Porque con muy poco te dan mucho. No veo otra explicación. Ellos necesitan comida, bebida, limpieza, un hogar, cuidado de salud y algo de ejercicio. Con eso viven. Si además les das mimos, cepillas a diario y pasas con ellos gran parte de tu día, recibes el mismo cariño. Ni más ni menos. Exigencia poca, cuidados los justos.

La pareja, los hijos, los amigos, el jefe… toda relación humana exige un esfuerzo físico y mental. Una lucha constante contra el propio egoísmo, que es la mayor de las luchas y la que más veces se pierde.  Y al igual que las mascotas, el egoísmo va en aumento.

En mi caso –expatriada, con tres hijos, sin otros familiares cercanos, sin servicio doméstico– llevo meses sin una escapada romántica. No hay hoteles donde dejar a mis hijos por un fin de semana. Vienen de carabina siempre o no vamos.

En mi mismo caso, añadan dos perros. Hagan la búsqueda en Google de «hotel de perros» y, voilà, salen al menos diez a mi alrededor. ¿Al suyo?

Eliminen de la ecuación a los hijos, demandantes desde el primer minuto, cariñosos hasta los diez años, pedigüeños… ¿Renta tener animales?  Si. Si se quedan en lo superfluo. Pero rásquense el bolsillo: el gasto medio por hogar con mascota al año es de 1200 euros. Eso incluye alimentación, veterinario y otros gastos destinados a la compra de ropa y servicios.

Creo que en mi ecuación de tres hijos me gastan más al mes…

Mientras no estemos motivados a querer mejorar nosotros mismos y exigirnos esa generosidad necesaria para criar, educar y hasta vivir en sociedad, seguirán aumentando las mascotas, que nos saludan efusivos siempre y nos exigen muy, muy poco a cambio.

ESCRITO POR:

Periodista española afincada en Alemania, escribe sobre tendencias y estilo de vida.