El drama del príncipe Harry – Acto final

jueves, 16 de febrero de 2023

Carlos III, Guillermo y Harry caminan detrás del féretro de la reina Isabel II / Simon Dawson, No 10 Downing Street.



Este artículo es la tercera y última entrega de la reseña de En la sombra. Aquí puedes leer el Acto I y el Acto II.


En la sombra, del Principe Harry

Plaza & Janés Editores, 22,90€, 560 págs.


Harry insiste en que Meghan le quiere por lo que realmente es: «Estaba bastante seguro de que no había buscado información sobre mí en Google, porque no paraba de hacerme preguntas. Parecía no saber nada, lo cual para mí era un soplo de aire fresco. Demostraba que no la impresionaba la vida de la realeza, lo que en mi opinión era el primer paso para sobrevivir a ella. Además, puesto que no había llevado a cabo un análisis demasiado exhaustivo de lo que decían los medios y la opinión pública, no tenía la cabeza llena de información falsa».

Moehringer permite que Harry diga esto, aunque tanto él y como nosotros sabemos que no puede ser cierto. Una amiga de la infancia de Meghan ha dicho que ésta era una ávida lectora de biografías reales, especialmente sobre Diana. Meghan se hizo una foto junto al Palacio de Buckingham cuando visitó Londres de adolescente. Cuando Guillermo se casó con Catalina, Meghan escribió en su blog sobre «la pompa y circunstancia que rodearon la boda real» y las «conversaciones interminables sobre la princesa Kate».

Una foto de 2014 muestra a Meghan sentada en un aeropuerto con su ordenador portátil, leyendo sobre Isabel II. En el libro reciente de Tom Bower, Revenge, la ex asesora de negocios de Meghan, Gina Nelthorpe -Cowan, cuenta que Meghan le dijo: «He buscado a Harry en Google. He profundizado en su vida». Harry nos cuenta que él sí busca en Google a Meghan cuando se enamora, pero insiste en que ella, como Diana, está entrando en el circo real como una ingenua. Su primera sesión maratoniana de Instagram con ella se produce justo el día que habría sido el 55 cumpleaños de Diana. ¿Quién es el ingenuo aquí?

«Estaba claro que no nos había buscado en Google», repite Harry. Esta es una de las dos frases que Harry repite y que Moehringer escribe. Con ello nos está demostrando que Harry no sabe quién es Meghan. Harry la ve como un avatar de Diana. Y Meghan alienta esa visión, avivando el trauma y el deseo de Harry. La primera vez que Meghan está al volante y es perseguida por paparazis, llama a Harry desde el coche y le dice que está «segura de que iba a producirse un accidente».

«Yo estaba en Londres, en mi coche, mi guardaespaldas al volante, y su voz llorosa me hizo retroceder a la infancia», dice Harry. «De regreso a Balmoral. “Mi querido hijo, me temo que ya no se ha recuperado”. Supliqué a Meg que mantuviera la calma, que no despegara la vista de la carretera».

La otra frase que repite Harry es su promesa a Meghan: «Confía en mí, te mantendré a salvo». En Meghan, Harry ve la redención que Diana le negó: la oportunidad de salvar a su amada, de unirse a ella en la huida de la jaula real. Igual que ha recreado la última persecución de Diana en su mente, incluso a través del túnel en París, también recrea el guion de su vida con Meghan, con la esperanza de reescribir el final que espera a la salida del túnel del amor.

Harry y Meghan huyen de Gran Bretaña porque creen que su familia y la prensa están en connivencia contra ellos. Ella le dice que tiene tendencias suicidas: él está a punto de perder otra vez al amor de su vida. Isabel II, Carlos y Guillermo rechazan la propuesta de Meghan y Harry de oscilar entre el deber y la fantasía, con un pie en la familia real, y otro fuera. Su padre, que ha sido «mi jefe, mi banquero, mi auditor y el administrador de mi dinero durante toda mi vida adulta», desliga a Harry de la familia real.

Por primera vez, Harry debe valerse por sí mismo. Al igual que Diana, ha dejado el manto de seguridad altamente profesional y financiado por el estado que tiene la realeza. «Me sentí engordado para la matanza. Amamantado como un ternero». Cuanto más cerca de la muerte se encuentra Harry, peor se vuelve su ansiedad y más cerca se siente de Diana. Meghan le hace saber que está embarazada dejándole los test positivos para que él se los encuentre por sorpresa:

«Las “varitas mágicas” estaban en la mesita de noche, junto a las pocas cosas que solía tener allí encima, entre ellas la caja azul con el mechón de pelo de mi madre. “De acuerdo – me dije-, bien. Veamos qué puede hacer mamá con este asunto

[…]

“gracias, selkies”, pensé.

“gracias, mamá”, pensé».

Cuando Harry lleva a Meghan a visitar la tumba de Diana, siente que «Meg también quería estar con ella un momento», así que él se va a dar una vuelta. «Cuando volví estaba de rodillas con los ojos cerrados y las palmas apoyadas en la piedra». Estaba, dice, pidiéndole «claridad y orientación».

Cuando nacen sus hijos, Diana también está en la habitación. Por la noche, cuando Meghan y los niños están dormidos, Harry se escapa y se fuma un porro él solo. El claro cielo nocturno sobre Montecito le recuerda a las estrellas sobre África. El Zorro Rojo entra en contacto con el espíritu del leopardo, pero nunca está a salvo. No hay claridad en esta libertad. Tampoco hay una guía clara. Meghan, su salvadora, lo empuja de nuevo al foco de atención.

Harry debe pagar la seguridad de su familia o correr el riesgo de que Megan y sus hijos corran la misma suerte que Diana. La única forma de salvarlos es sacrificándose: vender su historia, buscar la cámara odiada, sentarse con los periodistas odiados, disolverse en los flashes de las cámaras, perderse para siempre en sus destellos y unirse a su madre. «Mantener a la gente enganchada al espectáculo, de eso se trataba».

Al igual que Hamlet, Harry ha caído en su propia trampa, la de su ira y resentimiento. Como Hamlet, caerá sobre su propia espada envenenada. Harry, el «niño querido» tonto, herido, delirante y destinado al fracaso, ha vendido a su familia y su alma. Meghan y Moehringer lo han servido en bandeja, como un cisne asado en un banquete real. Después de esto, no hay vuelta atrás posible. Sólo falta el acto final de la tragedia.

«Te has deshecho de todos tus otros títulos, con los que naciste», le dice el Loco al Rey Lear. «Tienes tan poco ingenio en tu coronilla calva que regalaste tu corona dorada». Guillermo, no Harry, nació para ser rey. Harry, celoso y enfurecido, se ha convertido de príncipe en tonto. Ha cambiado la corona de un príncipe, una vida de servicio y el amor de su pueblo, por la más hueca de las coronas, una carrera en los reality shows y en la portada de la revista People.

En la sombra termina con la muerte de Isabel II. Después del funeral, Diana le envía a Harry otro animal mensajero, un colibrí. No puede parar, y no quiere hacerlo. Cuanto más se adentra, más cerca se siente de ella. Se ha colocado en el medio de la manada de los chacales y su destino será el de ella. Nadie sale vivo en las tragedias de venganza. Como Diana muriendo en medio de una nube de flashes, Harry se dará cuenta cuando sea demasiado tarde. Los últimos en el desfile de mensajeros espirituales de Diana serán los buitres.

ESCRITO POR:

Dominic Green es colaborador del Wall Street Journal y miembro del Foreign Policy Research Institute y de la Royal Historic Society. Su último libro es «The Religious Revolution: The Birth of Modern Spirituality, 1848-1898»