domingo, 10 de septiembre de 2023
El presidente del gobierno en funciones, Pedro Sánchez, con el fiscal general del Estado, Álvaro García Ortiz, el pasado miércoles 6 de septiembre en La Moncloa | Pool Moncloa/Borja Puig de la Bellacasa
A nadie le cabe la menor duda de que, desde la misma noche electoral del 23-J, Sánchez y su banda, en la que hay algunos sedicentes juristas, encargaron a éstos que se pusieran a trabajar para ver cómo retorcían la letra de las leyes y, en primer lugar, de la Constitución, de manera que pudieran ofrecer a Puigdemont y su banda el caramelo de la amnistía, que era el precio que sabían que iban a pedir para que el autócrata no se baje del Falcon.
La tarea que les encargaron a esos juristas de la banda no era fácil porque, en el espíritu y la letra de nuestra Constitución y de nuestras leyes, eso de la amnistía o es completamente ajeno o únicamente se contempla como colofón de un cambio de régimen político. A esa dificultad conceptual se añadía que algunos de los juristas de cámara de Sánchez, pongamos que hablo del ex ministro Juan Carlos Campo, ya habían expresado con solemne contundencia que la amnistía no tiene cabida en nuestro ordenamiento. Además, y para ponérselo más difícil a esos titiriteros del derecho, según han ido pasando los días y los españoles contemplábamos expectantes cómo esos juristas estrujan sus mentes para conseguir argumentos que les permitan afirmar sin rubor que lo negro es blanco, muchos de los ancestros políticos de este señor que vive en La Moncloa con intención de hacerse propietario del chalet, pongamos ahora que hablo de Felipe González, Alfonso Guerra o Joaquín Almunia, han levantado sus voces para expresar su rechazo frontal a la operación de llegar a la amnistía que la banda de Sánchez y sus juristas está pergeñando.
Como hipótesis para estas reflexiones podemos suponer que la banda de Sánchez y la de Puigdemont no son la misma, aunque hay indicios suficientes para sospechar que son coincidentes en todo, y ahí están los toqueteos de su chica de confianza con el fugitivo y los besos -no picos, eso no- que intercambiaba con Toni Comín, otro fugado.
La entusiasta dedicación que los juristas sanchistas están poniendo para justificar la amnistía, que, o mucho nos equivocamos los espectadores o acabará teniendo éxito a base de juegos malabares con las palabras, deberían ponerla en llevar hasta sus últimas consecuencias los efectos que esa amnistía lleva consigo, ¡que no sean cobardes y sigan hasta el final!
La amnistía lleva consigo el reconocimiento de que los golpistas del 17 hicieron lo que hicieron porque vivían en un régimen tiránico y opresor que no les permitía ser libres, por lo que no tuvieron más remedio que hacer lo que hicieron. Más aún, si ese régimen opresor no les hubiera reprimido, habrían alcanzado entonces la ansiada libertad que hoy les sigue siendo negada. Si aceptamos esto, y el sanchismo, aunque disimule un poco, lo acepta sin reservas, la amnistía debe llevar adjunta la denuncia de todos los actores que han contribuido a la opresión del pobre pueblo catalán, víctima secular del salvajismo del resto de los pueblos de España.
Un día de éstos van a ser juzgados unos policías que intervinieron el 1-O; pues bien, Sánchez y Puigdemont, de común acuerdo, deberían presentarse como acusación particular para mandarles a la cárcel e impedir que esos represores salgan libres.
Pero no deben quedarse ahí. Sánchez, Puigdemont y sus juristas deben dejarse de remilgos y procesar a S.M. el Rey de España porque fue Él, el que con su emocionante, vibrante, patriótico y constitucional discurso del 3 de octubre de 2017 encabezó la resistencia contra ese golpe que pretendía robarnos a los españoles nuestra soberanía, es decir nuestra Patria, es decir, nuestra esencia.
Sánchez, juristas de cámara: ¡no seáis cobardes, procesad al Rey!
Aunque bien pensado y aunque no lo procesen ahora de forma explícita, la amnistía es eso: la orden de procesamiento de Felipe VI y, junto a Él, de todos los españoles, incluso de los que, como Felipe González, a pesar de saber lo que se nos venía encima, votaron Frankenstein.
(N.B. no menciono a ninguno de esos juristas de la banda de Sánchez para que no se enfaden los que, siéndolo, me deje en el tintero)
ESCRITO POR:
Licenciado en Filosofía y Letras (Filología Hispánica) por la Universidad Complutense, Profesor Agregado de Lengua y Literatura Españolas de Bachillerato, Profesor en el Instituto Isabel la Católica de Madrid y en la Escuela Europea de Luxemburgo y Jefe de Gabinete de la Presidenta del Senado y de la Comunidad de Madrid, ha publicado innumerables artículos en revistas y periódicos.
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