Enamorarse leyendo

jueves, 13 de julio de 2023



Una tarde en una caseta de la Feria del Libro da para mucho. Para ver que los niños arrastran a sus padres. Para ver que en las ferias se vende más de bolsillo que de tapa bonita. Y para comprobar que los mayores compran género policiaco, acción y títulos sonoros: la casa de las rosas, el jardín de los secretos, amores cruzados, espadas como labios… El típico título que Camilo J. Cela recomendaba para vender más.

Y percibes que toda una ingente cantidad de gente se auto educa con libros de lectura fácil (además de las redes sociales, el Marca y el Hola). Y que hay quienes conocen las reglas comerciales y didácticas utilizan de esos canales y las utilizan, y se convierten en educadores o maestros. Millones de personas inteligentes (los que al menos leen) entregan sus opiniones y juicios a esta lectura de evasión. Millones de ventas.

A partir de los 12 años la lectura decae. Aparecen los amigos, la videoconsola potente, los deportes de competición, las salidas… y la ausencia de insistencia escolar y paterna por la lectura. Y la falta de bibliotecas en los centros.

Los clásicos ni aparecen, por ser prejuzgados de «obligatorios» y, por tanto, cancelados. Cuando realmente los clásicos, como dice la filóloga, historiadora y escritora Irene Vallejo, no son obligatorios, sino que «han sido especialmente amados, han sobrevivido a lo largo de los siglos… con lectores apasionados».

«El mecanismo humano, es decir, cómo funciona el humano, no ha cambiado», sostiene la también escritora italiana afincada en París Andrea Marcolongo. «Lo que sentimos cuando nos pasa algo muy fuerte, muy intenso (…) es exactamente lo mismo que sintieron los griegos antiguos». «Leer los clásicos no es cuidar el pasado, al revés, es cuidar el futuro. La respuesta está en los libros: basta con abrirlos. Para mí, el mundo antiguo es como la inteligencia artificial, pero sin ser artificial».

La literatura te ayuda a entender el mundo. Así, no sorprende ver la actualidad de las revueltas francesas (o la de los chalecos amarillos) cuando su «Historia de las dos ciudades», Dickens pinta París como la ciudad que representa la agitación y el conflicto.

Y puede ser que uno salga de la Universidad —no digo de la escuela— sin haber leído los libros más amados y sincrónicos de la historia (la Biblia, Dickens, Cervantes, Homero, Tolstoi) porque nadie te los ha presentado, como cuando te presentan a un amigo tomando unas copas.

Lo cierto es que, si a partir de los 12 años los libros y las bibliotecas se presentan como amigos, la gente lee. Tenemos experiencias. Los centros de secundaria y bachillerato con una buena biblioteca generan I+D+Ideas.

Conozco casos, como la biblioteca More de Stonyhurst, el prestigioso colegio inglés, que trabaja y genera tanta actividad como la sección de deportes del colegio, y que gestiona su propia cuenta independiente en Twitter. O la biblioteca del famoso Colegio Maravillas de Madrid del arquitecto Alejandro de la Sota, con una esmerada organización y silencio. Incluso en Vigo la biblioteca de un instituto de barrio como es el IES Rosais II, que por algo habrá sido el mejor centro público gallego en selectividad este año 2023.

En la pequeña localidad libanesa de Beit ed-Dine, que visité hace años, los niños frecuentaban el único lugar con actividades: la cuidada, hermosa y fresca biblioteca, en la que leer es agradable. Quizás por eso sus gentes construyeron esos grandiosos palacios en los que se alojaban esplendor y sabiduría, asombro del actual viajero.

Cuanto más se rocen los alumnos con los libros, más amigos serán o más amor surgirá entre ellos. Y amarán a los más queridos a través de los siglos o en tantas culturas diversas actuales.

Y como estamos en un mundo híbrido y respetuoso con el papel también se les puede proporcionar un libro electrónico de los de solo lectura. Ediciones más baratas, mayor concentración que en tabletas y hasta motivación para algunos momentos. El alumno más lector que tuve durante una época era de libro digital. Leía y leía con su pantallita en blanco y negro, fácil de llevar en cualquier mochila adolescente y que sacaba en cualquier rato libre. Que es de lo que se trata: de leer libremente y de ser más libre leyendo. Si las bibliotecas se cuidan en los centros y se diseñan en las ciudades, barrios y urbanizaciones de un modo serio y atractivo, los jóvenes verán libros y leerán. Se enamorarán. Porque como creía Shakespeare «el amor de los jóvenes no está en el corazón, sino en los ojos». Fall in love reading.

Artículo publicado originalmente en el blog familiasconchildren.com

ESCRITO POR:

Adrianey Arana es profesor de colegio y autor de «Escúchame con los ojos».