sábado, 6 de abril de 2024
«Bravos españoles y amigos leales, escuchad avisos grandes e importantes. No miréis que hablan las fieras y aves si en su ruda lengua halláis las verdades». ____ «Al Cangrejo su Madre [reprehendía porque andaba hacia atrás, y [respondía: “No entiendo, Madre, lo que usted [me manda, porque yo ando lo mismo que usted [anda”. Que dijo bien contemplo, pues la mejor lección es el ejemplo». ____ «De una lámpara en redor girando, cien mariposas daban de golpes, furiosas, al fiel cristal protector. “¿Por qué, celoso opresor —gritábanle—, a nuestro juego te opones tú?”. Luego luego logró entrar una y se ardió, y así el cristal les mostró qué cosa es jugar con fuego». ____ «Víctimas de la peste que hubo en un pueblo, murieron cierta noche más de cien perros. Fuese allá un lobo y, a no pasar de prisa, los zampa todos. Si levantado hubieran ellos la frente, ¿qué hubiera sido al punto de aquel aleve? Aplica el caso: para un pueblo cadáver basta un tirano». ____ «Por catar una colmena, cierto goloso Ladrón del venenoso aguijón tuvo que sufrir la pena. “La miel —dice— está muy buena, es un bocado exquisito: por el aguijón maldito no volveré al colmenar”. ¡Lo que tiene el encontrar la pena tras el delito!». ____ «Junto a un negro Buey cantaban un Ruiseñor y un Canario, y en lo gracioso y lo vario iguales los dos quedaban. “Decide la cuestión tú”, dijo al Buey el Ruiseñor, y, metiéndose a censor, habló el Buey y dijo: Mu». ____ «“¡Ay! —exclamó Isabel—, ¡ay, qué [toalla! Cuando me enjugo el rostro, me le [ralla”. Su aya le dice: “Si la broza quita, perdona el refregón, Isabelita”».
Por buscarlos y disponerlos, Jorge Schoendorff Ortega
Versos seleccionados de fray Ramón Valvidares, José Agustín Ibáñez de la Rentería, Rafael Pombo, Ventura Ruiz Aguilera, Félix María Samaniego, Juan Bautista de Arriaza y Juan Eugenio Hartzenbusch, respectivamente.
* * * Adición propia: El burro y el mico Vieron un asno y un mico cruzar lujoso carruaje, allá en Alsacia; dentro iba un hombre rico, un rico de mal pelaje, por desgracia. Ignorante de quién fuese el pasajero del coche, dice el mono: «¡Carámbanos, quién pudiese!», y upa al rico a troche y moche, y en qué tono. Acertó luego a pasar una carreta que gime, despaciosa. Fue verla el mico y burlar: «¿Quién será el rector sublime de esa cosa?». Replicó el asno: «A fe mía, un alma grande la lleva, so burgués». Y es que el rucho bien sabía que el hombre a la cosa eleva, no al revés.
Jorge Schoendorff Ortega
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