miércoles, 17 de abril de 2024
Detalle de la bóveda del camarín de Nuestra Señora en la Basílica de Ocotlán, Tlaxcala (Méjico) | Lopez-Li Films
Hispanoamérica: canto de vida y esperanza, de José Luis López-Linares
En cines desde el 12 de abril
Hace casi un par de meses vi «La estrella azul», una modesta película del joven director maño Javier Macipe. Me gustó más de lo que esperaba, pero entonces no pude escribir nada sobre ella y, como casi todo lo que veo, fue a parar al encalladero del buen recuerdo, arrastrada por la irreversible corriente del devenir.
Basada en hechos verídicos, su personaje principal está tan quemado con su vida de roquero que decide tomar las de Villadiego, que en su caso llegaron hasta el noroeste de Argentina. Allí buscó una autenticidad genuina, que halló dejándose imbuir por las gentes y las músicas de aquellos rincones.
Resquicios de canto, ritmo y zapateado, recovecos extraídos a guitarra, violín y percusión; todos alegres, luminosos, complejos. Esas tonadas y danzas chacareras, zambas, vidalas… conforman un legado vivo tan definitorio de sus intérpretes, como de una de las simbiosis culturales más singulares de la historia de la humanidad.
Integran una fusión también existente en Colombia, Méjico, Chile, Perú, Ecuador… rebosante, por tanto, de afinidades y localismos. Pero ¿cómo y cuándo surgieron estas músicas de matriz indígena y europea? ¿Quién se mezcló con los nativos americanos, suscitando alumbramientos creativos únicos?
Parte sustancial de estas cuestiones, no planteadas ni respondidas aunque sí audibles en «La estrella azul», constituyen el nuevo documental de José Luis López-Linares, «Hispanoamérica: canto de vida y esperanza».
Vuelta de tuerca a «España: la primera globalización», «Hispanoamérica» continúa vaciando de escoria el hueco cascarón de la leyenda negra anti-española. Habrá quien acuse de doctrinarios a López-Linares y su filme, pero la arrolladora fuerza de la verdad de los hechos contrastados es mayor que la de la cambiante realidad, con tanta frecuencia susceptible de arbitrariedades, bastardías, falsedades.
«Hispanoamérica» es una película didáctica y atemporal, nutrida por el humus más fértil y fiable: las evidencias históricas de tres siglos de esplendor y dos de inacabable decadencia aún presente; la intrínseca belleza de las artes y las más profundas creencias y convicciones, compartidas a ambos lados del Atlántico.
Esas certezas, corroboradas de nuevo por una profusa representación del saber académico y la verdad científica, siempre fueron visibles y conocidas, conformando el hábitat específico. No obstante, saber y verdad no están exentos de un olvido, enraizado en la cizaña propagandística y difundido por medias verdades e ignorancias.
«Hispanoamérica» es un incontestable ejercicio de síntesis divulgativa, dada la inabarcable materia tratada. Presta en este sentido un servicio complementario, nunca sustitutivo del ingente trabajo historiográfico y bibliográfico de los investigadores. Así, en apenas dos horas se revela a muchos la existencia de un umbral sapiencial; a un público multitudinario al que los académicos no pueden llegar sólo con sus clases, indagaciones, libros y ponencias.
Barroco y mestizaje racial y cultural vertebran el filme. De ellos emanan música, pintura, arquitectura, escultura… pero también legislación, justicia. Y argamasando todo, el cristianismo católico: primer estrato natural y civilizatorio de la América hispana, en virtud del cual artes, leyes, ordenamientos, relaciones humanas… adquieren su pleno sentido.
No obstante, más que objeciones o defectos, surge aquí una queja, relativa en última instancia a la actual disgregación del país: ¿por qué el ámbito audiovisual español no produjo algo así hasta ahora? ¿Cómo es posible que hayan sido producidas sólo dos películas documentales de esta temática en años, habiendo semejante riqueza, recursos y talento? ¿Por qué no surgen series documentales episódicas que aborden estos asuntos con mayor concreción? ¿Por qué en España empieza a moverse alguien o algo, sólo cuando falta el aire?
Mucho recuerdo a Julián Marías, para quien era vergonzosa la inexistencia de un género fílmico español recreador de la epopeya histórica en América, equiparable al wéstern, pero mayor, a la luz de los hechos. Valga el admirable trabajo conceptual, fotográfico, humanístico, la eclosión de luz, sonido, color, belleza… reunidos por López-Linares, como nuevo aldabonazo y recordatorio de nuestras herencias.
ESCRITO POR:
Enamorado de las buenas historias, sean la del cine o las narradas en las películas que ve y los libros que lee. Sobre ellas piensa, habla y procura escribir en La Occidental y otras publicaciones. Es autor «John Ford en Innisfree: la homérica historia de 'El hombre tranquilo' (1933-1952)» y coautor de los libros Cine Pensado, entre otros.
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