viernes, 10 de febrero de 2023
Inisherin, de Martin McDonagh / Searchlight Pictures
Almas en pena de Inisherin, de Martin McDonagh
Estreno en España el 3 de febrero
Advierto: La película no está hecha para agradar, a pesar de que podría ser más accesible gracias a su belleza formal -paisajes, fotografía, música, vestuario, etc-. Pero no lo es, porque narra una historia áspera, desconcertante, nada convencional. Tono y trasfondo contienen además dosis diversas de ambiguos surrealismo, comedia negra, desesperación existencialista o hasta cierto aroma fantástico. No es predecible, no es evidente lo que parece serlo, y lo poco que revela su argumento, se intuye incómodo: la relación entre dos viejos amigos se complica demasiado cuando uno de ellos decide finiquitarla por motivos más implícitos que explicitados.
Con semejante cóctel, el filme opta a nueve Oscar, entre ellos los de mejor película, director, guion y tres de las categorías actorales. Y los merezca o no, su intríngulis tiene que ver más con que las puntadas de los verdaderos artistas siempre son hechas con hilos muy sutiles.
Un ejemplo: «Almas en pena de Inisherin» arranca con una panorámica aérea de la isla donde transcurrirá el relato -en realidad, una del archipiélago de las Aran, en el oeste de Irlanda-, mientras suena una pieza coral… búlgara. Un modo audaz de ir planteando el juego estético para una narración situada en un ámbito de tan fuerte personalidad cultural como es la Irlanda rural, cuya música tradicional será en cambio dosificada con cuentagotas.
Otro ejemplo, más sustancial. El título original, «The Banshees of Inisherin», no refiere a las almas en pena de su versión española, sino a las banshees, augures femeninos de muertes inminentes en la mitología celta. Vista la película, dicho título presagia mejor el espíritu del relato.
Su realizador y guionista, el londinense Martin McDonagh -hijo de emigrantes irlandeses-, es responsable de cinco filmes, premiados y exitosos entre público y crítica. Pero su prestigio también radica en una obra dramatúrgica caracterizada por la frecuente reconsideración de Irlanda.
Referencia indispensable en las creaciones de McDonagh es a su vez John Millington Synge, uno de los autores clave del teatro irlandés desde los inicios del siglo XX, muy vinculado además a las islas Aran y cuyas perspectivas de fondo laten con fuerza en la película.
Sería largo explicar dichas vinculaciones, pero baste decir que es más comprensible si se interpreta en clave simbólica y metafórica, descriptiva de la contraposición -quizá maniquea- entre dos Irlandas: la ensimismada, representada por la mayoría de los personajes, y la consciente, sólo encarnada por dos de los protagonistas. Aun así, ninguno de ellos es reducido a ser un arquetipo, sino que están muy bien definidos y resultan creíbles. El trabajo de cada actor es decisivo en este sentido. En particular el de los principales.
McDonagh aprovecha tópicos que constituyen lo típico de Irlanda para abordar la tensión latente entre su singularidad local y su aliento universal: una tierra atlántica de verdes, viento, lluvia, emigración, narradores y poetas, caracteres temperamentales, pertinacia, parquedad, socarronería, catolicismo, pubs, pintas de cerveza, música celta, luchas fratricidas, guerras de independencia y civiles…
McDonagh fusiona parte de estos elementos con los específicos de su historia, desarrollando con sutileza sus relaciones y significaciones. Metáfora y símbolo hacen el resto: las islas contiguas como mundos separados y las guerras libradas sólo en una de ellas, junto a la erradicación de una amistad.
Y con más temas, como las relaciones existentes entre la determinante realidad irlandesa y la situación de los personajes disidentes, el desgrane paulatino de su desesperación, sus heridas exteriores e interiores, la emigración o la muerte como únicas alternativas, la progresiva revelación de la tragedia latente tras el humor -asordinado por un doblaje que impide los castizos dejos isleños-; el mundo, simbolizado en marionetas, máscaras o el gramófono y sus músicas -Brahms, Orff, canciones tradicionales irlandesas…-, la mula, el final como reanudación, etc.
¡Si Synge levantara la cabeza y viera el alcance de su legado…!
ESCRITO POR:
Enamorado de las buenas historias, sean la del cine o las narradas en las películas que ve y los libros que lee. Sobre ellas piensa, habla y procura escribir en La Occidental y otras publicaciones. Es autor «John Ford en Innisfree: la homérica historia de 'El hombre tranquilo' (1933-1952)» y coautor de los libros Cine Pensado, entre otros.
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