Un atajo para disfrutar con el piano

jueves, 29 de septiembre de 2022




Musihacks – Piano Básico e Intermedio, de Jaime Altozano

www.musihacks.com


Uno de los secretos mejor guardados de los que hemos pasado años estudiando piano es que, en el fondo, tenemos una cierta envidia de nuestros amigos que tocan la guitarra y la facilidad con la que pueden disfrutar y hacer disfrutar con ella. Y no sólo porque sea más fácil que haya una guitarra en cualquier casa, sino sobre todo porque los aficionados a la guitarra alcanzan mucho más rápidamente un nivel suficiente para divertirse tocándola.

Creo que tratar de explicar esa diferencia arguyendo únicamente que el piano es un instrumento más difícil (lo cual, como confirmará cualquier pianista, es así, y punto) sería equivocado: En mi opinión, la diferencia principal radica en el planteamiento a la hora de aprender uno u otro instrumento. 

Una gran mayoría de los que empiezan a tocar la guitarra no lo hacen atraídos por Narciso Yepes, Andrés Segovia, o el concierto de Aranjuez; ni siquiera por Paco de Lucía. Lo hacen seducidos por las canciones de los Beatles, de Hombres G o de cualquiera de los grupos de moda de las últimas décadas – y más si la estrella del grupo toca la guitarra. Y comienzan a tocar, muchas veces aprendiendo por su cuenta a partir de videos de YouTube, con lo que es el mejor atajo para empezar a disfrutar cantando con cualquier instrumento: los acordes. Los acordes son varias notas que, tocadas a la vez, «suenan bien». Quien está aprendiendo a tocar la guitarra toca un acorde – y canta una frase de la canción. Otro acorde – y otra frase. Y con cuatro acordes, ya puede cantar una canción entera. Mejor dicho: miles canciones. Porque con saberte cuatro acordes ya puedes tocar «Blue Moon», «Octopus’s Garden», «Déjame» o «Every Breath You Take». O «Me duele la cara de ser tan guapo», gran clásico. Y a disfrutar desde el primer minuto tocando tus canciones favoritas. Y si además te atreves con Paco Bello, a ligar como el que más. Yo mismo empecé a estudiar guitarra con 30 años, pero lo dejé cuando vi que el profesor se centraba en el Himno de la Alegría y Greensleeves, e ignoraba mis peticiones de empezar con «No sabes cuánto te he querido».

Los que estudiamos piano, sin embargo, rara vez lo hacemos atraídos por Elton John o Alicia Keys. El culpable suele ser alguna obra de Mozart, Tchaikovsky o Chopin. Y empezamos con las clases y las escalas. Y a preparar cuatro estudios, dos obras de Bach, y una pieza clásica, otra romántica y otra moderna (no, no tan moderna) para el examen ante el tribunal. Bastante tienes con preparar esas piezas, como para pensar en acordes para poder tocar canciones de Seguridad Social. Y claro, luego te invitan a una fiesta en una casa en la que sí hay piano, y pasa lo que pasa.

Los padres de mi amigo Pablo tenían en casa un Bösendorfer, que es para muchos el Rolls Royce de los pianos. Un día que Pablo hacía una fiesta, él y otros amigos me sentaron -contra mi voluntad, que me olía lo que venía- delante del piano para que tocara. Cortaron la música de los altavoces y muchos de los invitados se pusieron alrededor de la cola del piano. Como yo no era muy hábil leyendo a primera vista, dejé a un lado las partituras de su madre y me dispuse a tocar alguna de las pocas piezas que me sabía de memoria. Primero, un estudio sencillo pero alegre de Lemoine que, según mi sagaz lectura del público, no estuvo a la altura de las expectativas. A continuación un nocturno póstumo de Chopin, más lucido pero también más triste. Los invitados, que ya me habían sufrido bastante, empezaron a pedir canciones: «¡La Bamba!, ¡el Porompompero!, ¡alguna de Cold Play!», pero yo era incapaz de tocar nada que no fuera música clásica. Pablo, que debió de notar mi agobio, subió de nuevo el volumen de los altavoces con alguna canción de moda, me dio las gracias y la fiesta continuó como si nada. Nada de esto habría pasado si Jaime Altozano hubiera sacado ya por entonces sus cursos de piano Musihacks. 

Jaime Altozano es un músico de formación y divulgador de vocación, un tanto extravagante, y famoso entre otras cosas por los entretenidos análisis que hace en YouTube de las bandas sonoras de las películas de Harry Potter o El Señor de los Anillos, de las similitudes armónicas entre una sonata de Mozart y una canción de Ariana Grande, o con explicaciones de conceptos básicos de teoría musical. Sus cursos de piano básico e intermedio están dirigidos a personas que quieren disfrutar del piano como esos amigos que tanto se divierten con la guitarra: tocando acordes y disfrutando desde el principio cantando las canciones que más les gusten. 

Para poder servir también a aquellos que no han estudiado nada de música en su vida, el curso básico comienza realmente por el principio: la elección de teclado, la postura de las manos, por qué hay teclas blancas y negras… y tratando de que lo pongas en práctica cuanto antes. Como cuando tu amigo el de la guitarra ligaba con sólo saber tocar los cuatro acordes de «la progresión de los 50». El curso avanzado incluye el pedal, dinámicas (tocar más fuerte o más suave), arpegios, bajos con notas de paso, inversiones de acordes, acordes de séptima… Y te convierte en el pianista acompañante de la «Banda de músicos fantasmas» de Musihacks. Aunque Jaime Altozano también te enseña cómo buscar por tu cuenta en Internet los acordes de cualquier canción, ambos cursos incluyen listados de canciones con las que empezar, incluyendo muchas de los Beatles.

Los cursos de Musihacks son una magnífica manera de acercarse a la música a través del piano y seguro que en no pocas personas despertará el interés por saber más. Yo estoy deseando que salga el curso avanzado – y que Pablo me invite de nuevo a sus fiestas.

ESCRITO POR:

José María Vara es el editor de La Occidental