Vergüenza Complutense

viernes, 27 de enero de 2023

Díaz Ayuso recibe el reconocimiento de Alumna Ilustre de la UCM defendiendo “la convivencia” y una “universidad pública de todos” / Comunidad de Madrid



Se me cae la cara de vergüenza como licenciado en Filosofía y Letras y dos veces conferenciante invitado por la universidad Complutense, al ver en lo que se ha convertido. Al menos cuando yo estuve allí no era la pocilga ideológica y material que es ahora; especialmente desde que Podemos la ha colonizado. Da verdadero asco entrar en las facultades llenas de carteles golpistas, proetarras y totalitarios de toda índole y condición. Por no hablar del campus que es un estercolero cada vez que se celebra allí un botellón. 

Conozco varias universidades norteamericanas, inglesas y francesas y jamás, en ninguna de ellas, he encontrado nada ni remotamente parecido a la putrefacción de la Complutense. Que es no sólo material, sino sobre todo moral e intelectual. Tan orgulloso como estoy de mi colegio, estoy avergonzado de mi universidad. Sentimiento que se me ha vuelto a agudizar cuando he visto la miserable recepción que muchos alumnos, alentada por profesores, han hecho a la presidenta de la Comunidad de Madrid, con motivo de su nombramiento como Alumna Ilustre. Algo que por lo visto ya es costumbre allí cuando se invita a alguien que no es de extrema izquierda a dar una conferencia, o a participar en un debate. Que se lo digan a Rosa Díez; e incluso al hijo del terrorista Iglesias, al que abuchearon porque parece que no era suficientemente comunista.

Recuerdo con infinita nostalgia el ‘Oh alma mater Fordham’ cantado de pie, con todo respeto por el claustro de profesores y los alumnos de la universidad neoyorkina al comienzo de sus sesiones solemnes. Y la cortesía con que aguantaban mi pobre inglés en unas charlas que di hace cuarenta años sobre el sistema político español. O la película ‘Carros de fuego’, repuesta hace bien poco en televisión.

La universidad es la catedral de las ideas científicas, humanas, artísticas, filosóficas, políticas, religiosas… y todas ellas se imparten en sus magníficas capillas laterales que son las distintas facultades, a las que se asiste con la mente abierta a la invasión del conocimiento, y el inmenso respeto por el privilegio que supone recibirlo. Así es en todas partes… menos en la universidad Complutense de Madrid. Que aunque sólo fuera por el glorioso nombre que ostenta – herencia del cardenal Cisneros – debería considerarse espacio sagrado.

Nunca he votado a Díaz Ayuso ni pienso hacerlo; pero su talante, sus ideas, su gestión de Madrid, y sobre todo su condición de persona humana, me ponen de su lado dispuesto a defender su derecho a ser reconocida como Alumna Ilustre por la que fue su universidad. Por las metas que ha conseguido y por el prestigio nacional e internacional que su presidencia de la Comunidad está aportando a nuestra ciudad y a nuestra región.

Fui antiguo alumno de la Complutense durante la dictadura, cuando lo más revolucionario que hacíamos era el ‘Pe-Pe’, saltando delante y detrás del tranvía que nos llevaba a Moncloa, cuando pasaba por el puente que hay antes de llegar a la universidad. Nunca lo descarrilamos. Y luego corríamos delante de los grises que aunque estuvieras solo y desgajado del grupo te gritaban con la porra en alto: ¡disuélvase! Aquello era un juego de niños comparado con lo que para mi vergüenza como antiguo alumno ha tenido que escuchar en mi universidad la presidenta Díaz Ayuso. No soy quién, ni tengo autoridad ninguna, pero como universitario madrileño le pido perdón y espero que luzca con orgullo en su despacho de la Puerta del Sol el diploma de Alumna Ilustre de la Universidad Complutense.

ESCRITO POR:

Ignacio Despujol es Licenciado en Filosofía y Letras, y especialista en comunicación empresarial y marketing. Ha sido profesor en las Universidades Pontificia de Comillas-ICADE, Complutense, Autónoma de Madrid y CEU San Pablo, co-autor de «Comprender el Arte» (Biblioteca UNED) y autor de «La otra cara de la publicidad» (en preparación).